El viento en un violín

Claudio Tolcachir

Illustration by Andrea Popyordanova

La actriz que hace de CELESTE sale al escenario, camina hacia proscenio, mira a público y dice:

CELESTE:  Todo lo que veo está en tus ojos. Mirá… mirá…

Estalla una partitura de Bach y entran todos los personajes al espacio ubicándose en sus espacios respectivos.

ESCENA I (CASA DE DORA)
LENA y CELESTE están acostadas cabeza con pie, toman aire y lo contienen. CELESTE larga el aire, no aguanta más.

CELESTE:  Lena, Lena, soltá el aire.

(LENA aguanta.)

CELESTE:  Soltá el aire, Lena. Se te infla la vena, la vena. Lena largá el aire. Lena, la vena Lena.

(La golpea, le hace cosquillas.)

LENA:  Ah. Cómo hablás, la vena Lena, la vena Lena. Aguantaba más. ¿Cuánto estuve?

CELESTE:  No sé, un montón.

LENA:  Aguantaba más. Pero hablás, hablás.

CELESTE:  ¿Y?

LENA:  ¿Qué?

CELESTE:  ¿Qué viste?

LENA:  Nada.

CELESTE:  ¿Nada viste?

LENA:  No, me parece que no he… (Se da vuelta en la cama.)

CELESTE:  ¿No viste nada? (Pausa.)

LENA (salta y la agarra):  Mentira, sí que vi. ¿Sabés qué vi? Un gordote, negrazo, cachetón. Con los ojos negros negros.

CELESTE:  ¿Y yo estaba?

LENA:  Sí, vos le dabas la teta.

CELESTE:  ¿Y estaba linda? Me da miedo que no te guste después del embarazo.

LENA:  Estabas hermosa.

CELESTE:  ¿Nene o nena?

LENA:  Nene, un negrazo.

CELESTE:  ¿Negro?

LENA:  Sí.

CELESTE:  ¿Negro mota?

LENA:  No, je.

CELESTE:  ¿Negro así? (Señalando la piel de LENA.)

LENA:  Ponele.

CELESTE:  Entonces estaba en tu panza.

LENA:  No, en la tuya.

CELESTE:  En mi panza si es así. (Señala su piel.) Si es así. (La piel de LENA.), en la tuya.

LENA:  Ey. En la tuya.

CELESTE:  ¿Punto?

LENA:  Punto.

CELESTE:  ¿Y vos estabas?

LENA:  Yo me voy a trabajar, vuelvo más tarde, tengo coche.

CELESTE:  ¿Y yo? Me quedo, con mamá?

LENA:  Mmm...

CELESTE:  Me voy con vos.

LENA:  Nooo.

CELESTE:  ¿Me quedo sola?

LENA:  Bueno, por un tiempo no trabajo.

CELESTE:  Noooo, eso no se puede.

LENA:  Explotadora.

CELESTE:  ¿Tengo las tetas grandes?

LENA:  Enormes.

Celeste (pausa):  ¿Y el papá?

LENA:  ¿Qué?

CELESTE:  ¿Lo ves?

LENA:  Eso sí que no lo vi.

CELESTE:  ¿Viste un papá feo?

LENA:  No, no lo vi.

(Pausa.)

CELESTE:  ¿Cómo vamos a hacer?

LENA:  No sé, ya veremos. Dame un beso, sos tan hermosa. Te voy a comer los ojos. (CELESTE se ríe como una nena.) Dame esos ojos, me los como, me los como. Hammmmmm. Qué ricos ojos.

(CELESTE no para de reírse. Pausa.)

CELESTE:  ¿Jugamos de nuevo?

LENA (se acomodan):  Uno, dos, tres.

(Toman aire. Cambio de luz.)

ESCENA II (CASA DE MECHA)
DORA:  Señora, señora. Son las 10 y 15. Señora. Ya sonó el despertador. Buen día señora.

MECHA (se despierta sobresaltada. Totalmente dormida, desaliñada): PARÁAAA. Ya sé. La concha de la lora. (No puede ni levantarse de la cama.) Dora, ¿qué hora es?

DORA:  10 y 15, ¿quiere tomar algo?

MECHA:  No, no llego, no llego, la puta madre.

DORA:  Pongo el agua por las dudas.

MECHA (todavía no puede enfocar):  ¿Me prendés la luz Dora? Estoy totalmente boluda. ¿Hace frío?

DORA:  Un poquito, llévese algo por si acaso.

(La pieza es un caos.)

MECHA (trata de pararse, está dormida todavía):  ¿Te fijás en el comedor un papel con los horarios de hoy? (Busca ropa por la pieza, se pone un pantalón que está roto.) ¿Lo ves el papel?

DORA:  Espere que hay muchas cosas. Ya lo encuentro.

MECHA:  ¿La pollera verde está ahí?

DORA:  ¿Cuál, la del traje?

MECHA:  Sí, la verde, la verde, la única verde, Dorita...

DORA:  Ya se la llevo.

(DORA trae la pollera y el papel. MECHA entra a sacarse el pantalón; no puede, es ajustado.)

MECHA:  Tirame de las piernas. (Se tira en la cama patas arriba y DORA agarra de los talones.)

DORA:  Acá está la pollera.

MECHA:  Es una mierda esto, tiralo, o llevátelo vos. Lo arreglás, yo qué sé…

DORA:  9.30 dice reunión de directorio. Edificio de Palermo.

MECHA:  ¿9.30? ¿Y qué hora es?

DORA:  10 y 20 deben ser ya.

MECHA:  Hay dios mío, qué desastre.

DORA:  Acá está la pollera.

MECHA:  Ayudame. Voy a llamar, ¿qué les digo?

DORA:  ¿Paro de trenes?

MECHA:  Boluda. ¿Qué hay para arriba?

DORA:  La blusita blanca está planchada.

MECHA:  Pará, buscame el número que no veo nada. (Le da el celular.)

DORA:  Qué busco.

MECHA:  Esteban.

DORA:  Esteban, sí. Hay varios.

MECHA:  Esteban logística.

DORA:  Acá está. ¿Marco?

MECHA:  Y sí, dale.

(Le da el teléfono.)

DORA:  Le traigo la blusa.

(Mientras MECHA habla, DORA la va arreglando. De esa imagen destrozada primera tenemos que construir la imagen de una ejecutiva.)

MECHA:  Esteban, Mecha habla cómo estás, sí, cortito, escuchame, estoy demorada en la facultad con Darío, nada, discutió con un profesor y está alterado, estoy acá con la jefa de cátedra viste y me tienen agarrada. Te comprendo perfectamente, no me estoy justificando. Igual todo está en el mail que te mandé anoche, te lo mande anoche, es rarísimo lo que me decís. Mi computadora o la tuya, sólo me pasa con vos y no pasó más de dos veces. No me parece momento de ponerse a enumerar. Lo que te pido es que expliques. Que no quede que no fui, ¿entendés? No te entiendo. Te entiendo perfectamente, sos un pedazo de mierda y lo tenés totalmente asumido así que lo llevás sin culpa. ¿Les vas a explicar? Vas a tratar. ¿Por qué no tratás de lavarte el orto pendejo de mierda?

DORA:  10 y 25.

MECHA (ya está tomando forma de ejecutiva, se está pintando):  ¿Te fijás en el portafolio? (DORA va.) ¿Está la agenda?

DORA:  ¿La agenda azul y la agenda roja?

MECHA: Poné la roja en la cartera, la azul dejala en el portafolio.

DORA:  Está el audífono de su mamá.

MECHA:  Ay no lo llevé, me olvidé. Bah, no llegué.

DORA:  ¿No funciona?

MECHA:  Tenía que llevarlo, pero es en Ballester, en el culo del mundo.

DORA:  Yo vivo cerca.

MECHA:  ¿Me harías ese favor?

DORA:  No hay problema.

MECHA:  Gracias Dorita. ¿Hay una carpeta?

DORA:  No.

MECHA:  Fijate en la cama.

(DORA se desorienta un poco.)

MECHA:  En la cama, ciega de mierda.

DORA:  Acá hay una carpeta.

MECHA:  ¿Qué dice?

DORA:  Porcentajes de logística.

MECHA:  Metela, perfecto. ¿Me buscás el otro zapato?

DORA:  ¿Dónde lo dejó?

MECHA:  Va a estar todo bien.

DORA:  ¿Dónde lo dejó?

MECHA:  Qué cosa.

DORA:  El zapato.

MECHA:  Llegué, me fui a la cocina, todavía estaba calzada. Me fui al baño, estaba calzada. Le fui a dar un beso a Darío, en el pasillo distribuidor, al lado del baño antes del cuarto de Darío.

DORA:  Ya lo encuentro.

MECHA:  Meten chiquitos salidos de la facultad que te quieren enseñar cómo se hacen las cosas.

DORA:  Acá está.

MECHA:  Me voy.

DORA:  10.30.

MECHA:  BASTA, ya sé, gracias, Dorita. Cartera, portafolio. Vos te ocupás del audífono. Te dejo plata. Listo. A volar. (Va hacia la puerta.)

DORA:  ¿A Darío? ¿Lo despierto?

MECHA:  ¿Está durmiendo?

DORA:  Me parece que sí.

MECHA:  ¿No fue a la facultad?

DORA:  Y, no.

MECHA:  ¿Y el taxi de él?

DORA:  El taxi pasa a las 8, yo no estaba.

MECHA:  No lo escuché. Darío. Bueno. ¿Lo despertás? Hacele la leche, por favor. Fijate que no falte que se va a quedar libre. Que llegue tarde pero que no falte. Creo que tenía examen de algo, no sé. Preguntale. Que no falte, por favor, te lo ruego. O llevalo mejor. Fijate que entre, que no se quede por ahí. Después tiene terapia. Beso.

DORA:  ¿El café no lo toma?

MECHA:  Dáselo a él. Yo no llego. ¿La llamás a mamá para decirle del audífono? Hablale fuerte.

DORA:  Darío. Vamos… a la facultad...

ESCENA III (CONSULTORIO)
DARÍO:  Me molesta un poquito la cabeza, ¿no tenés un almohadón?

SANTIAGO:  ¿Eh?

DARÍO:  Un almohadón, para la cabeza...

SANTIAGO:  Nunca me dijiste nada de que te molestara…

DARÍO:  No, nunca me molestó. Es la primera vez.

SANTIAGO:  Raro.

DARÍO:  ¿Me puedo sentar si no? (Se sienta.)

SANTIAGO:  ¿Querés que volvamos a la silla? ¿Es eso?

DARÍO:  No, me gusta el diván, pero me tira la nuca.

SANTIAGO:  Elegí vos.

DARÍO:  ¿Un almohadón no tenés?

SANTIAGO:  No, no hay almohadón. ¿Querés volver a la silla? Querés seguir en el diván. Como prefieras.

DARÍO:  Bueno, vos propusiste el diván. Me parece que por algo te parecerá mejor. Sigamos acá. (Se acuesta.)

SANTIAGO:  Dale.

(DARÍO se contorsiona porque está incómodo.)

SANTIAGO:  Qué pasa.

DARÍO:  Nada, ya está. Ahí estoy.

SANTIAGO:  Estás incómodo.

DARíO:  No, no, para nada.

SANTIAGO:  Está bien, pero yo te pregunto, ¿estás incómodo?

DARÍO:  ¿A grandes rasgos, decís?

SANTIAGO:  ¿Estás incómodo, Darío?

DARíO:  Para nada. Al contrario. (Se sienta.) Siento que últimamente estoy mucho más instalado, más presente, en las cosas.

SANTIAGO:  Acostate Darío. (DARÍO se acuesta.) ¿Seguís fumando?

DARÍO:  ¿Porro? Casi nada.

SANTIAGO:  ¿Casi o nada?

DARÍO:  Mucho menos. Que antes.

SANTIAGO:  Seguís teniendo tus plantitas o…

DARÍO:  Se secaron.

SANTIAGO:  Ahora comprás.

DARÍO:  Sí, pero poco.

SANTIAGO:  Poco, pero comprás.

DARÍO:  Pero no es la dependencia que tenía antes. Quiero decir. (Se sienta.) Tener trabajo me organizó de alguna manera.

SANTIAGO:  Acostate Darío.

DARÍO:  Y entonces necesito menos ahora, estoy más tranquilo y no necesito, y como se me murieron las plantitas.

SANTIAGO:  Todo se va armando, o parece que se va armando.

DARÍO:  ¿Qué querés decir? ¿que las dejé morir? ¿a las plantitas?

SANTIAGO:  No, no dije eso.

DARÍO:  Ah, bueno.

SANTIAGO:  Pero no está mal, esa idea. No está nada mal.

DARÍO:  Ah. Gracias.

SANTIAGO:  Tenés tu trabajo. Se secan las plantitas.

[…]

DARÍO:  Sos buen psicólogo, en serio. Muy bueno.

SANTIAGO:  Bueno, gracias.

DARÍO:  ¿Vos estás contento?

SANTIAGO:  Con qué.

DARÍO:  Conmigo.

SANTIAGO:  No, no se trata de que yo esté contento...

DARÍO:  No, ya sé. Pero, a veces siento, que te interesa hablar conmigo. Como que debés estar contento de tenerme de paciente.

SANTIAGO:  Me encantan todos mis pacientes...

DARÍO:  Pero algunos te divertirán más que otros. Yo siento que te interesa lo que digo. Y como yo sé para dónde vas…

SANTIAGO:  No te entiendo.

DARÍO:  No, a mí me gusta el trabajo que estás haciendo, pero a veces, por momentos, siento que algunas cosas te sobrepasan y te resulta útil mi mirada como para entenderme.

SANTIAGO:  Tu mirada es muy valiosa, claro. Sobre todo para entenderte a vos.

DARÍO:  Yo me doy cuenta. Esto es un aprendizaje para los dos.

SANTIAGO:  ¿Para los dos?

DARÍO:  No me entiendas mal. Pero… como lo del trabajo y las plantitas. Que fue al mismo tiempo. ¿Te acordás? ¿Recién?

SANTIAGO:  Sí, me acuerdo...

DARÍO:  Bueno, no se te ocurrió a vos, se me ocurrió a mí, y a vos te pareció una buena idea...

SANTIAGO:  Eso está muy bien, ¿y entonces?

DARÍO:  Eso. Que sientas confianza conmigo si necesitás ayuda con otros pacientes…

SANTIAGO:  Ah... ¿cómo me podrías ayudar?

DARÍO:  Mirá: si querés nos juntamos, me mostrás tus anotaciones. ¿Anotás en serio o…?

SANTIAGO:  Claro que anoto, es mi trabajo.

DARÍO:  Mejor entonces. Entonces, nos juntamos, nos tomamos un café y te doy una mano con los casos difíciles.

SANTIAGO:  Te agradezco, pero yo ya tengo mi consulta.

DARÍO:  No te cobro eh, es de onda, para ayudarte.

SANTIAGO:  Me parece que ya por hoy está bien, Darío. Nos vemos la semana que viene.

DARÍO:  ¿Te molesto? No digo que no sepas, ¿eh?

SANTIAGO:  Te entendí perfecto. Por ahora no necesito ayuda, gracias.

DARÍO:  Porque si no pensaba que grabás las sesiones y las escuchamos juntos, yo te tiro unas puntas de lo que me parece.

SANTIAGO:  A ver, Darío. Vos sos un paciente y yo soy el doctor.

DARÍO:  Sí, pero en los hechos estamos medio parejitos, ¿no?

SANTIAGO:  ¿Qué me querés decir?

DARÍO:  Esperá, escuchá la idea completa. En vez de pagarte por las sesiones, te ayudo con los otros y así quedamos a mano...

SANTIAGO:  ¿Como un trueque?

DARÍO:  Sí. Porque me parece que no da estar los dos acá. Se van a inhibir los pacientes, pero de la otra forma…

SANTIAGO:  Mantengamos los roles como están me parece…

DARÍO:  Es que, sinceramente, y con la mejor onda. Santiago, me resulta injusto pagarte cuando estamos casi en el mismo nivel, de análisis. Pero de esta otra manera... yo te doy una mano, vos me das la otra…

SANTIAGO:  Darío, vos tenés una mentalidad absolutamente inmadura, sos mitómano, negador. Tenés una relación de absoluta dependencia y sometimiento a tu madre. Tu vida sexual es completamente defectuosa. No pudiste desarrollarte. Ni profesional ni humanamente. No tenés ninguna sensibilidad ni conocimiento del alma humana, no veo cómo me podrías ayudar.

DARÍO:  ¿Yo pensé de secretario?

SANTIAGO:  No.

DARÍO:  La chica que tenés ahora es medio corta, ¿no?

SANTIAGO:  No.

DARÍO:  Viste que se confunde con los horarios, como que le da pudor cobrarte.

SANTIAGO:  Yo estoy conforme con esa chica y jamás le daría ningún tipo de responsabilidad a un ser torpe y disperso como vos que no tiene el menor tacto con los otros.

DARÍO:  Bueno, te puedo tomar los turnos. Te armo la agenda, yo qué sé.

SANTIAGO:  Ni en el peor momento de mi vida dejaría mi organización en tus manos, ¿qué me estás pidiendo?

DARÍO:  Es que con todo el dolor del mundo. Yo así no voy a poder seguir viniendo. Perdón, pero…

SANTIAGO:  No vengas más Darío.

DARÍO:  Estamos sosteniendo roles que son un mentira…

SANTIAGO:  Perfectamente, no vengas más.

DARÍO:  Me perdés como paciente, eso es lo que quiero que entiendas.

SANTIAGO:  Creo que puedo soportarlo.

(Pausa.)

DARÍO:  También pensé, no sé. Redecorar acá. Como que una lavadita de cara le vendría bien a este lugar…

SANTIAGO:  ¿Sabés qué Darío? Cerremos acá. Pagame la sesión y terminamos esta mentira. ¿Te parece?

DARÍO:  No tengo plata.

SANTIAGO:  ¿No tenés plata?

DARÍO:  No, no tengo plata, no tengo trabajo. Te mentí.

SANTIAGO:  ¿Me mentiste?

DARÍO:  Sí, te mentí, y vos te tendrías que haber dado cuenta. ¿Entendés cuando digo que te sobrepasan las cosas?

SANTIAGO:  Sinceramente, Darío. Andate. No tengo ganas de escucharte más.

DARÍO:  Está bien, me voy.

SANTIAGO:  Andá.

DARÍO:  Además yo el jueves que viene tenía un compromiso, no iba a poder…

SANTIAGO:  No vengas más Darío.

DARÍO:  Chau Santiago. Me encantó tenerte de... ¿cómo se dice?

SANTIAGO: Chau, Darío.

DARÍO:  Chau, Doc. Bueno. Santiago ahora. Ya no sos más mi... (Va hacia la puerta.)

SANTIAGO:  Chau. ¿Darío?

DARÍO:  Qué.

SANTIAGO:  Ya no sos mi paciente. ¿Me pasás el número del que te vende porro? Jeje.

DARÍO: Es horrible, ¿no? Que el presente sea negro, y que el futuro sea negro también, vos sabés, vos sabés lo que se siente. ¿Cómo se hace para seguir? Yo estoy mal. Pero vos estás peor.