de Descripción de un brillo azul cobalto

Jorge Esquinca


TODO está por decir

el impulso en los pies
de esa muchacha

                                        María
que sube a los árboles
de un salto

                             se posa
en las ramas allá en lo alto
se mece

                            largo tiempo de pie
va de una a otra
                                  de aquí para allá

dejando su cuidado
en otras manos

todo está por decir

mi padre
creía de veras en el cielo

             le gentil Nerval
arrastraba un cangrejo
atado con una cinta

una madrugada
lo encontramos
colgado de una farola

mi padre
creía de veras en el cielo
"léanme Las Rosas"

pidió sin voz
en su cama de hospital
¿cómo olvidar el frío

de esa madrugada?
dieciocho grados bajo cero
muerte por suspensión        dice el acta

todos los pájaros de París
amanecieron detenidos
en su vuelo

el sueño es una segunda vida

dijo sin voz mi padre
y soltó la cinta
que lo ataba al cangrejo

todo está por decir







CADA árbol es umbral
la garza lo atraviesa
en el momento preciso

y se posa ahí

ese ahí es lo sin nombre
que la garza sabe
a su manera

entra sin esfuerzo
se posa         se va
cuando tiene que irse

nunca antes ni después

como si el irse fuera otro umbral
un árbol que el instinto dicta
y ella escucha sin esfuerzo

no sé cómo suceden estas cosas
declara María de Jesús Crucificado
pero los árboles se hacen de este tamañito

así la voz que leía Las Rosas
junto a una cama de hospital
era la voz de una estación

por venir
                 era a la vez un puente
y su tránsito
como si el irse fuese
otra manera de estar
de alojarse

durante el tiempo justo
en la rama invisible
de un árbol que no sabemos 







UNA vez mi boca se llenó
de sombra
                    escribí

yo soy el tenebroso el viudo el sin consuelo
ese viento vuelve por las noches
como una canción de cuna

una vez un jinete herido
por su desconsuelo
atravesó conmigo la montaña

en su pecho brillaba la estrella
y su divisa era la palabra
española Desdichado

mi padre hablaba poco
conducía un Vauxhall azul cobalto
recorría las llanuras del bajío

rezaba al salir el sol
una vez nos compró una nieve
en la plaza de Manzanillo

los cables del alumbrado       de pronto
se cubrieron de gorriones
yo me juzgaba un héroe viviente

bajo la mirada de los dioses
un llanero que cabalga solitario
bajo un cielo siempre encapotado
¿cuándo recibí la herida?

navego hacia el origen
dijo sin voz mi padre
en su cama de hospital

el cangrejo le apresaba con sus pinzas
la garganta
                     no pude oírlo

una vez mi boca
se llenó de sombra
—deletrea esa voz

¿cuándo recibí la herida?